El pinche Sísifo

Esta semana, de verdad, quería llevármela leve en cuanto a alcoholes y, más o menos, lo logré. Lo logré no por dejar de beber a diario, sino porque mis noches de alcohol han sido (hasta excesivamente) moderadas. Bebí el martes con Sandro, el miércoles con Eleanor y ayer con Ita.

Hoy estuve en madriza en la oficina, el jefe no dejó de pedir cosas urgentes y, como se negó a ir a una reunión (es jefe y puede hacerlo), me aventó a mí al ruedo. Sin embargo, la primer parte del día rindió algo de frutos y, poco antes de la hora de la comida, le insinué que no quería volver en la tarde y, sin dudarlo, me dio la tarde libre.

Aproveché para llamarle a Eleanor e invitarla a comer. Fuimos a un italiano buenazo, sólo me eché una chela y ella se negó a beber (muy mal por ella). Tiene una cena al rato a la que no fui convocado, pero disfruto su compañía y me ofrecí a se su pinche (ayudante de cocina).

No soy muy bueno en ella, a diferencia del resto de las cosas (Ja!), pero me la paso bastante bien jugando con cuchillos y cortando verduras, frutas y, sobre todo, carnes. Preparé una botana que ella no tenía contemplada, armé cosas para la ensalada y me hice cargo de parte de la salsa para (y el) spaghetti.

Entre un pase de estufa al cuchillo, nos topamos de frente y noté una reacción poco clara para mí, me aventuré a preguntarle si la ponía nerviosa (para lo cual solté el cuchillo, no quería una respuesta inducida) y su respuesta fue afirmativa. No estoy dispuesto a moverme en función de sus reacciones, mucho menos a esperar a ver en qué momento decide algo conmigo, pero es divertido saber que una mujer se siente acorralada (no negativamente) por uno.

La noche se ha hecho y es momento de partir con Ben, a dejar esta mediocridad de alcoholes e ingerir como es debido. He dicho.

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jefe malo, malo

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