La perra desmayada

1

La secretaria del director de la unidad es, sin miramientos, una perra. A lo largo de estos días he tenido que sufrir sus tratos excesivamente secos y brutalmente pasivos para conseguirme un lugar de estacionamiento y no tener que pagar por ello (¡un día tuve que desembolsar $90 por estacionarme!).

Hoy estaba trabajando (finalmente) y de pronto alguien me pidió que ayudara a un ñor que trabaja aquí. Me levanté cortésmente y dije “Sí, claro.”, aunque pensé que sería para mover un escritorio u otro mueble. Cuando llegué a la entrada de la unidad vi que lo que venían cargando era un cuerpo inconsciente. Nada menos que el de la perra esta, así que quité de en medio a dos mujeres que la tenían sujeta por las piernas para tomarla y llevarla hasta el sillón.

Ahí la boté y seguía desmayada. Me fui a comer y, al volver, en toda mi hipocresía (herramienta indispensable en la vida de un recién ingresado al sistema para poder ser mínimamente tratado como ser humano) le pregunté si estaba mejor. Con los ojos llorosos y el rostro pálido, asintió. En ese momento, no sé cómo, se enteró de que había sido uno de los estibadores que la llevó hasta donde estaba.

Ahora aparenta estar agradecida y, finalmente, se movió para conseguir el lugar de estacionamiento. La escuché hablar con el encargado del asunto y hasta llevó a firmar la solicitud oficial. ¡Pinche gente de mierda! ¡Maldito infelizaje!

¿Por qué la gente tiene que ser muertadehambre y ayudar (en este caso hacer SU trabajo) sólo cuando está en deuda?

Habrá que ver si la petición oficial de estacionamiento resulta o no, porque esto de gastar en trabajar no parece resultar.

Correr otra vez

0

Me encuentro totalmente agitado. Se me fue, por unos minutos, la hora a la que debía salir para ir a mover mi auto y no tener que pagar horas extra en el estacionamiento. Cuando me di cuenta de la hora, salí corriendo de la oficina y caminé lo más rápido posible para vencer al reloj.

Lo logré al momento que apagaba el cigarro que recién había prendido. Más relajado saqué mi auto a dar una vuelta para volverlo a meter al estacionamiento este. Llegué falto de aliento y tomé la computadora. Detesto tener que apresurarme de este modo.

El mito de Sísifo, mi primero

1

Hoy decidí cambiar el nombre de estas líneas que escribo. Tenía pensado llamarles de algún modo que se relacionara con las fábulas, un poco inspirado en las de policías y ladrones, pero me he dado cuenta de que no pretendo enseñarle algo al mundo ni dejar moralejas, como las que se puede encontrar en la lectura de Esopo.

El giro que ha tomado mi vida influye también en el radical cambio de nombre: Sísifo. ¿Acaso encuentro mi vida tan absurda como la de aquél que fue condenado a rodar una piedra por una pendiente que jamás podría conquistar? La verdad es que, por hoy al menos, sí.

Resulta que tenía novia hasta ayer. Una mujer maravillosa en todos los sentidos, era inteligente, culta, interesante, tenía un exquisito sentido del humor en el que se podía encontrar la acidez necesaria para hacer reír al más negro de los humores. No sólo eso, también era guapa, linda, con un cuerpo sumamente deseable.

La amo tanto… y ella a mí también.

Sísifo entra aquí, al igual que la ley de Murphy, a probar lo absurdo de la vida. Todo apuntaba, hasta hace una semana (o quizá dos) que las cosas marchaban de maravilla. No éramos la pareja típica que, después de tres años de estar juntos, sin separarnos una vez siquiera, estábamos en una dinámica lenta o aburrida. Al contrario, siempre fuimos muy intensos el uno con el otro.

Sin embargo, y esto no es mi ego escribiendo (ella misma me lo ha dicho), éramos el complemento casi perfecto. Nos llevamos muy bien y disfrutamos la compañía del otro. Mi único problema es que no soy romántico. Así es, no lo soy.

Yo la amo tanto y ella lo sabe y lo siente, pero le es indispensable uno de esos amantes a la antigua (parafraseando a esa chafa canción ochentena), que le mande flores. Lo hice alguna vez y ella las recibió gustosa, pero simplemente no me sentí con ganas de volverlo a hacer… al menos no tan pronto.

Hoy estoy solo y me siento así. Acabo de conseguir un empleo que necesitaba desesperadamente (bien pagado, incluso) y, como bofetada, el destino me ha echado de los brazos de ella.

Noviembre 17, 2005

1

Por lo que entiendo en este momento, los viernes de cada dos semanas se organiza un desayuno para todos los empleados del edificio. Tiene dos particularidades: lo pagan los mismos empleados y la organización corre a cargo de una de las áreas. Este viernes le tocó el turno a la mía pero, como estoy recién llegado, no tuve que hacer nada. Sino hasta esta mañana.

Dieron las ocho y media y llegaba listo para tomar el indispensable primer café de la mañana, pero mi decepción fue que no sólo no había café, sino que el desayuno no había llegado y la encargada estaba histérica, sí: histérica.

Pocos minutos después me lancé con ella a comprar algún tipo de comida que calmara los ánimos de los hambrientos. Lo logramos y yo fui platicando pero ella, entre su neurosis y su patetismo (creo que nato), simplemente asentía y no decía nada. Creo que en este momento es necesario hacer una reflexión en torno a que si soy reservado a hablar con gente, será mejor mantenerme de esa forma y no buscar establecer vínculos más allá de lo estrictamente necesario.

Cuando llegó la comida, el ataque zombi fue inmediato. No bien se destaparon los alimentos, la vorágine arrasó con dieciséis cazuelas de distintos guisos y más de setenta tamales –que eran por los que había ido en la expedición relámpago–.

Sólo alcancé a echarme un par de cafés y nada de sólidos. Tengo hambre, pero me eché un cigarro hace unos minutos y eso siempre ayuda.

Cuán despreciable es la gente muertadehambre!!! Ven dónde pueden tomar algo y se avientan como zombies ante humanos frescos. No importa que no estén hambrientos, simplemente sienten que tienen que desquitar lo que pagaron, si es que lo hicieron.

Noviembre 16, 2005

1

Tal parece que despertar temprano es un proceso más desgastante de lo que uno habría pensado. Es apenas el segundo día desde que me incorporé a la burocracia y estoy cayéndome de sueño.

La gente es de hueva, todos están metidos ya en la dinámica del aburrimiento y la rutina. Nadie parece estar trabajando, incluyéndome. Como escribo esto, puede verse que no trabajo, pero al menos parce que lo estoy haciendo.

A mi lado está una secretaria que no deja de hacer llamadas, pidiendo que le hagan llegar a una dirección de mail las fechas de vuelo de todas las personas que harán un viaje aparentemente grande. El problema es su música, que suena como una mezcla de Amanda Miguel y Lupita D’Alessio… pero eso no es todo, ahora se corta las uñas y sólo escucho clip, clip. Qué joda resulta eso. Por eso, sólo me resta decir, ¿por qué no traje mis audífonos y algo para escuchar?

La situación mejoró tiempo después, sonaron por unos cuantos minutos los Héroes del Silencio, aunque callaron para ceder el paso a los lamentos de algún ranchero romántico… qué importa quién sea, todos suenan igual.

La hora de la comida mejoró el panorama. Vino un primo mío y me llevó a comer una baguette que no estuvo mal, pero la idea de tener que volver al trabajo inmediatamente después de comer es muy pesado. Más cuando no hay café, maldita sea!!!

Necesito una cerveza y pronto. No he dormido bien por dos noches y me siento fulminado. Creo que hoy un trago me ayudará a dormir temprano. Dormir menos de seis horas es difícil una vez que se perdió la costumbre de ello, quizá con ella se fueron los años en los que tranquilamente podía levantarme tres horas después de acostarme y estar todo el día sin mayores inconvenientes.