Tal parece que despertar temprano es un proceso más desgastante de lo que uno habría pensado. Es apenas el segundo día desde que me incorporé a la burocracia y estoy cayéndome de sueño.
La gente es de hueva, todos están metidos ya en la dinámica del aburrimiento y la rutina. Nadie parece estar trabajando, incluyéndome. Como escribo esto, puede verse que no trabajo, pero al menos parce que lo estoy haciendo.
A mi lado está una secretaria que no deja de hacer llamadas, pidiendo que le hagan llegar a una dirección de mail las fechas de vuelo de todas las personas que harán un viaje aparentemente grande. El problema es su música, que suena como una mezcla de Amanda Miguel y Lupita D’Alessio… pero eso no es todo, ahora se corta las uñas y sólo escucho clip, clip. Qué joda resulta eso. Por eso, sólo me resta decir, ¿por qué no traje mis audífonos y algo para escuchar?
La situación mejoró tiempo después, sonaron por unos cuantos minutos los Héroes del Silencio, aunque callaron para ceder el paso a los lamentos de algún ranchero romántico… qué importa quién sea, todos suenan igual.
La hora de la comida mejoró el panorama. Vino un primo mío y me llevó a comer una baguette que no estuvo mal, pero la idea de tener que volver al trabajo inmediatamente después de comer es muy pesado. Más cuando no hay café, maldita sea!!!
Necesito una cerveza y pronto. No he dormido bien por dos noches y me siento fulminado. Creo que hoy un trago me ayudará a dormir temprano. Dormir menos de seis horas es difícil una vez que se perdió la costumbre de ello, quizá con ella se fueron los años en los que tranquilamente podía levantarme tres horas después de acostarme y estar todo el día sin mayores inconvenientes.
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