El viernes no pude salir a beber. La maldita gripe me agarró hacia el jueves de la semana pasada y me inhabilitó para el viernes... y qué falta me hacía. Supongo que las constantes desveladas decidieron cobrarme las facturas de la semana pasada y no me dejaron ir a ver a Sandro y su ex (aunque terminé enterándome que finalmente no se vieron).
Sin embargo (¡y qué bueno!), el sábado se armaron las chelas con Ben. Como ya hubieron garantías para entonces, no dudé un segundo en animarme.
La idea era volver a un lugar al que habíamos abandonado hace tiempo porque empezaron a poner a paulina rubio y fey y esas mamarrachadas ("música mala y suave de contenido") que nomás arruinan cualquier lugar, pero finalmente decidimos por el siempre amable bar del Juan, que se ha convertido en el lugar de siempre desde hace unos (ya varios) meses.
Ahí llegamos y cayó Pity (mi primo) con una amiga suya, quien quedó de presentar amigas... habrá que ver si es cierto. Después llegó un ex-prospecto (aún no sé cómo la llamaré, por lo que la dejo anónima), de quien después escribiré con algo más de detalles, y estuvo chido.
Ella y Ben querían ir a un lugar "más prendido", así que me chingué y fuimos a un lugar "pa' bailar" en la Condesa. Por supuesto que no bailamos (bueno, ella, que siempre parece entachada, sí lo hizo), pero le entramos a los mojitos y el panorama seguía mejorando... Ella terminó huyendo del lugar, pero Ben y yo decidimos quedarnos hasta que nos dieron la cuenta por el cierre de la barra.
Nos quedaba sed por saciar, así que terminamos en un desagradabilísimo lugar en la Roma que provee el generoso servicio de vender cervezas después de las 3 AM, mismo que se agradece siempre. Íbamos a ir "por una chela, con opción a dos", pero terminaron siendo cuatro, hasta que el cansancio llegó y no pudimos más.
Llevé a Ben a su casa y caí en la mía como a las 6. A las 10 estaba ya de pie (que no quiere decir despierto) para ir al estadio. Estaba tan destruido que sólo pude echarme unas 3 chelas y necesité volver a casa a dormir.
El resto del día pasó sin mayores incidencias y, siceramente, la madriza del domingo valió la pena por la noche del sábado.
Sin embargo (¡y qué bueno!), el sábado se armaron las chelas con Ben. Como ya hubieron garantías para entonces, no dudé un segundo en animarme.
La idea era volver a un lugar al que habíamos abandonado hace tiempo porque empezaron a poner a paulina rubio y fey y esas mamarrachadas ("música mala y suave de contenido") que nomás arruinan cualquier lugar, pero finalmente decidimos por el siempre amable bar del Juan, que se ha convertido en el lugar de siempre desde hace unos (ya varios) meses.
Ahí llegamos y cayó Pity (mi primo) con una amiga suya, quien quedó de presentar amigas... habrá que ver si es cierto. Después llegó un ex-prospecto (aún no sé cómo la llamaré, por lo que la dejo anónima), de quien después escribiré con algo más de detalles, y estuvo chido.
Ella y Ben querían ir a un lugar "más prendido", así que me chingué y fuimos a un lugar "pa' bailar" en la Condesa. Por supuesto que no bailamos (bueno, ella, que siempre parece entachada, sí lo hizo), pero le entramos a los mojitos y el panorama seguía mejorando... Ella terminó huyendo del lugar, pero Ben y yo decidimos quedarnos hasta que nos dieron la cuenta por el cierre de la barra.
Nos quedaba sed por saciar, así que terminamos en un desagradabilísimo lugar en la Roma que provee el generoso servicio de vender cervezas después de las 3 AM, mismo que se agradece siempre. Íbamos a ir "por una chela, con opción a dos", pero terminaron siendo cuatro, hasta que el cansancio llegó y no pudimos más.
Llevé a Ben a su casa y caí en la mía como a las 6. A las 10 estaba ya de pie (que no quiere decir despierto) para ir al estadio. Estaba tan destruido que sólo pude echarme unas 3 chelas y necesité volver a casa a dormir.
El resto del día pasó sin mayores incidencias y, siceramente, la madriza del domingo valió la pena por la noche del sábado.
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