Hoy me enteré de dos noticias que me sorprendieron. Bueno, la verdad es que la primera no lo hizo tanto, pues era de esperarse.
Hablaré de ésta primero. Hace caso cuatro años terminé con una mujer que decidió ponerme un ultimatum: o yo, un conscientemente convencido ateo, me convertía al catolicismo, iba a catecismos y comenzaba a ir a misa, o terminaba la relación. A pesar de que la pasaba muy bien con ella y que sí la quería bastante, no dudé un solo segundo la respuesta: Me parece que no hay nada que discutir, querida. Terminamos.
Hoy me enteré de que la fundamentalista esta se encuentra embarazada (casada, por supuesto)... y de mellizos! jajajaja... ¡pobres de los tres que habrán de convivir con ella (su marido y sus hijos)! Lo único que extraño de ella es a mi gato, Dalí. Y lo único que sigo reclamándole es que jamás me devolvió mis fotos de un viaje por Roma, Madrid y París.
No le deseo mal, no le tengo rencor (ni sentimiento alguno, para el caso). Me parece que casarse y reproducirse eran su prioridad (y objetivo de vida) y debe estar muy contenta, pero no iba a ser yo quien hiciera alguna de esas cosas con ella.
La segunda noticia que recibí fue sumamente halagadora. La semana pasada fui a dar una conferencia a una universidad fresa (no la citaré por pura decencia, jajaja), de esas en las que la gente nomás nunca lee los diarios, porque están más preocupados por el Hola! que por lo que pasa en su país.
Me invitaron a debatir con representantes de partidos políticos como analista independiente y me dediqué a pedirles a los universitarios que votaran. Que se informaran y que no les creyeran a los partidos y candidatos todo lo que ofrecían porque me parece indispensable conocer la trayectoria de las ofertas y cuestionar todas las ofertas que hacen (y harán) en este año en que se elige, entre otras tantas cosas, presidente de la república (y sí, las minúsculas son a propósito), pero que, por favor, fueran a votar en julio próximo.
Me enteré que en un grupo, al cual alguien a quien conozco da clases, fue tan bien recibida mi intervención que demandaron que, una vez a la semana durante la clase, se discutiera durante quince o veinte minutos el contexto de la semana.
Siempre he estado involucrado en la política y también he creído que si logro hacer cambiar de opinión a una sola persona en cuanto a lo que piensa al respecto, mi misión toma algo de sentido. Saber que treinta personas decidieron unánimemente discutir el tema semanalmente me hizo sentir de maravilla.
En este momento, con un vodka en la mano (y otro en el estómago), digo salud.
Hablaré de ésta primero. Hace caso cuatro años terminé con una mujer que decidió ponerme un ultimatum: o yo, un conscientemente convencido ateo, me convertía al catolicismo, iba a catecismos y comenzaba a ir a misa, o terminaba la relación. A pesar de que la pasaba muy bien con ella y que sí la quería bastante, no dudé un solo segundo la respuesta: Me parece que no hay nada que discutir, querida. Terminamos.
Hoy me enteré de que la fundamentalista esta se encuentra embarazada (casada, por supuesto)... y de mellizos! jajajaja... ¡pobres de los tres que habrán de convivir con ella (su marido y sus hijos)! Lo único que extraño de ella es a mi gato, Dalí. Y lo único que sigo reclamándole es que jamás me devolvió mis fotos de un viaje por Roma, Madrid y París.
No le deseo mal, no le tengo rencor (ni sentimiento alguno, para el caso). Me parece que casarse y reproducirse eran su prioridad (y objetivo de vida) y debe estar muy contenta, pero no iba a ser yo quien hiciera alguna de esas cosas con ella.
La segunda noticia que recibí fue sumamente halagadora. La semana pasada fui a dar una conferencia a una universidad fresa (no la citaré por pura decencia, jajaja), de esas en las que la gente nomás nunca lee los diarios, porque están más preocupados por el Hola! que por lo que pasa en su país.
Me invitaron a debatir con representantes de partidos políticos como analista independiente y me dediqué a pedirles a los universitarios que votaran. Que se informaran y que no les creyeran a los partidos y candidatos todo lo que ofrecían porque me parece indispensable conocer la trayectoria de las ofertas y cuestionar todas las ofertas que hacen (y harán) en este año en que se elige, entre otras tantas cosas, presidente de la república (y sí, las minúsculas son a propósito), pero que, por favor, fueran a votar en julio próximo.
Me enteré que en un grupo, al cual alguien a quien conozco da clases, fue tan bien recibida mi intervención que demandaron que, una vez a la semana durante la clase, se discutiera durante quince o veinte minutos el contexto de la semana.
Siempre he estado involucrado en la política y también he creído que si logro hacer cambiar de opinión a una sola persona en cuanto a lo que piensa al respecto, mi misión toma algo de sentido. Saber que treinta personas decidieron unánimemente discutir el tema semanalmente me hizo sentir de maravilla.
En este momento, con un vodka en la mano (y otro en el estómago), digo salud.
salud! bien por eso.. por los hijos que no tuviste y por modifica, aunque sea una vez a la semana, la conciencia de los niños universitarios.
Yo antes entraba al trapo en los temas politicos.Hoy por hoy jamas lo hago, sobre todo con los de mi edad. Te halago el gusto de que intentes que los universitarios tengan conciencia politica y aprendan a pensar por ellos mismos y no por campañas politicas. Siempre digo que en España deberia haber una asignatura de caracter obligatorio que se llamase Constitución y politica. Es una pena que cada vez la gente joven se preocupe menos de saber y más de ganar dinero facil. Ojala que con gente como tú, se meneen las conciencias. Saludos Marbellís.
Jeje pues entonces una parte de la misión está cumplida!