Un lunes de asueto

Joaquín Sabina se disculpa por la tristeza que lleva, esa que le obliga a dictar testamentos, esperando que sus viudas no lo malvendan en un rastro. Tengo veintiocho años y mi vida parece que lleva ya "cuarenta y diez" existiendo. Eso no me importa, al menos esta noche.

Voy llegando de ver a Ben, tenía un chingo que no bebía (y menos generosamente) en lunes. Sí, ya sé que tengo que trabajar mañana, pero no importa. Estas chelas de principio de semana cayeron re-bien.

Cayó la boa y hablamos de la ratita Maruca -este nombre le va mejor que el de la poquianchita del espacio, pero ambos nos hacen reir mucho-, su hermana. Traté de no hacerla sentir como que era una mala persona y que, cuando vuelva la ratita me llame pa' verla... me quedé con ganas de ella.

Y, aunque no bebimos tanto como solemos hacerlo (Ben y yo, claro), sí siento que la dosis de esta noche fue suficientemente generosa como para aguantar una semana de cuatro días... suficientes chelas como para no desesperar antes del próximo viernes (y, si éstas llegan antes, tampoco habré de negarme a ellas).

Comments (3)

Cuidadito con los consejos de Sabina, que muchos hemos terminado tomándonos más de tres por su santa existencia!
saludos.

Sabines..oh amado y acariciado en noches de esas k solo la poesia llena.
No cvomo poeta..no como hombre..sino como coterraneo en el mundo de los mudos

Te mando un saludo y un beso
bye

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