El viernes terminé una oscilante semana laboral, excesivamente relajada por momentos y demasiado cargada de pendientes por otros, mismos que con sorprendente eficiencia libré uno a uno.
Cuando el reloj marcó las seis, me restaba una escala previa al inicio formal del fin de semana: un lugar en el cual comprar cervezas frías. De camino a casa de la actriz di con él y adquirí las provisiones "necesarias" para pasar el resto de la tarde.
Tras unas horas de chelas me sentía suficientemente alterado. Hacia media noche estábamos sólo la anfitriona, yo y dos amigas suyas. La primera y una de las segundas se marcharon y me quedé hablando y bebiendo con la restante. Hicimos una ligera apuesta que gané con terminar mi trago antes que ella el suyo y nos marchamos de ahí.
Por supuesto no creo que Elvis Presley o que Pedro Infante sigan con vida, pero por algún incomprensible motivo nombraron al bar en el que caímos "Pedro Infante no ha muerto".
La única maravilla que encuentro del local es que vende tragos después de que el grueso de las barras ha cerrado. Nada más. Es un lugar chico, con demasiadas mesas y aun más gente y, por si esto no fuera suficiente, es un recinto de karaoke.
Yo seguí con las cervezas y ella cambió al tequila, con el cual terminé acompañándola hasta que sentí que había bebido, cosa rara, suficiente. La llevé a su casa y después me llevé, como pude, a la mía.
La mañana del sábado me fue desconocida. Desperté hasta el momento en que comenzó un aburridísimo juego de fútbol. Prendí un cigarro que apagué tras dos fumadas. Si durante la madrugada sentí que había ya poca sangre en el torrente etílico, fue hasta ese tabaco que me di cuenta que había fumado demasiado.
Cuando Ben llamó, estaba más dispuesto que entusiasmado para salir anoche. Tras ir por él fuimos por boa y tomamos rumbo hacia algún bar, era tarde y estábamos bastante sedientos. Comenzamos a rondar la zona y nuestra primer opción desbordaba gente que esperaba turno para entrar, el bar de siempre tampoco tenía cabida para nosotros, así que llegamos al sitio tranquilo que en ocasiones nos recibe.
En el momento en que nos dieron la cuenta había cerrado ya la barra. Ella quizo dormir y la dejamos en su casa, nosotros queríamos "una, con opción a dos" chelas más. Estaba cansado, pero la sed pudo más y fuimos al "Pedro".
Al llegar, el Pity estaba ahí y bebimos con él durante un rato (y no sé cuántas cervezas) y terminó por despedirse. Ben y yo nos quedamos un rato más, estaba ya muy cansado y poco hambriento, pero igual salimos y cenamos más por disciplina y necesidad que por ánimo de alimentos.
Lo llevé a su casa y, sin tener idea de la hora que era, me arrastré a mi cama. Lo último que escuché fue el trinar de algún pájaro que anunciaba el pronto amanecer.
A diferencia del anterior, el despertar de hoy no estuvo precedido de suficientes horas de sueño, así que todo el día he estado adormilado, sin hambre y con un hastío de tabaco que hacía mucho no padecía.
No ha sido un buen día, estoy hecho mierda y me pesa de más la depresión dominical.
Cuando el reloj marcó las seis, me restaba una escala previa al inicio formal del fin de semana: un lugar en el cual comprar cervezas frías. De camino a casa de la actriz di con él y adquirí las provisiones "necesarias" para pasar el resto de la tarde.
Tras unas horas de chelas me sentía suficientemente alterado. Hacia media noche estábamos sólo la anfitriona, yo y dos amigas suyas. La primera y una de las segundas se marcharon y me quedé hablando y bebiendo con la restante. Hicimos una ligera apuesta que gané con terminar mi trago antes que ella el suyo y nos marchamos de ahí.
Por supuesto no creo que Elvis Presley o que Pedro Infante sigan con vida, pero por algún incomprensible motivo nombraron al bar en el que caímos "Pedro Infante no ha muerto".
La única maravilla que encuentro del local es que vende tragos después de que el grueso de las barras ha cerrado. Nada más. Es un lugar chico, con demasiadas mesas y aun más gente y, por si esto no fuera suficiente, es un recinto de karaoke.
Yo seguí con las cervezas y ella cambió al tequila, con el cual terminé acompañándola hasta que sentí que había bebido, cosa rara, suficiente. La llevé a su casa y después me llevé, como pude, a la mía.
La mañana del sábado me fue desconocida. Desperté hasta el momento en que comenzó un aburridísimo juego de fútbol. Prendí un cigarro que apagué tras dos fumadas. Si durante la madrugada sentí que había ya poca sangre en el torrente etílico, fue hasta ese tabaco que me di cuenta que había fumado demasiado.
Cuando Ben llamó, estaba más dispuesto que entusiasmado para salir anoche. Tras ir por él fuimos por boa y tomamos rumbo hacia algún bar, era tarde y estábamos bastante sedientos. Comenzamos a rondar la zona y nuestra primer opción desbordaba gente que esperaba turno para entrar, el bar de siempre tampoco tenía cabida para nosotros, así que llegamos al sitio tranquilo que en ocasiones nos recibe.
En el momento en que nos dieron la cuenta había cerrado ya la barra. Ella quizo dormir y la dejamos en su casa, nosotros queríamos "una, con opción a dos" chelas más. Estaba cansado, pero la sed pudo más y fuimos al "Pedro".
Al llegar, el Pity estaba ahí y bebimos con él durante un rato (y no sé cuántas cervezas) y terminó por despedirse. Ben y yo nos quedamos un rato más, estaba ya muy cansado y poco hambriento, pero igual salimos y cenamos más por disciplina y necesidad que por ánimo de alimentos.
Lo llevé a su casa y, sin tener idea de la hora que era, me arrastré a mi cama. Lo último que escuché fue el trinar de algún pájaro que anunciaba el pronto amanecer.
A diferencia del anterior, el despertar de hoy no estuvo precedido de suficientes horas de sueño, así que todo el día he estado adormilado, sin hambre y con un hastío de tabaco que hacía mucho no padecía.
No ha sido un buen día, estoy hecho mierda y me pesa de más la depresión dominical.
Very best site. Keep working. Will return in the near future.
»
Pobre tipo, se nota que no tienes vida, todo se te va en tomar. Si disfrutaras de otros pasatiempos, quizá no tendrías "depresión dominical"