Recuento de nada

Los días de descanso son espléndidos. No hay mejor manera de pasar una semana laboral que cuando ésta dura sólo tres días como fue la que, lamentablemente, termina esta noche.

El jueves comí con boa en un restaurante argentino en la Condesa. Nada espectacular la comida, pero las chelas fluyeron con algo de generosidad, la plática estuvo ligerona y la llevé a su casa.

Viernes de alcoholes con Ben y boa, en el segundo piso, la música estuvo malona al principio, pero después, ya con chelas suficientes, mejoró bastante y estuvimos bailando un rato, cosa rara en mí (con mis dos pies izquierdos). Salimos de ahí y nos lanzamos a cenar. La noche pasó sin mayores incidentes, dosis generosa de alcohol, pero nada memorable.

El sábado tenía pensado quedarme en casa, pero llamó Cox, quien andaba de viaje y pensé que no vería estos días. Ya contaré de ella en otro momento. Quedamos de vernos en el BH, comencé con chelas y me mudé al ron poco después.

Como sigo sin mi auto y tengo uno prestado, tenía que devolverlo tempranón, así que le eché ganas a beber un poco más rápido y logré sentirme algo afectado... lo suficiente para intentar besarla y no puso resistencia alguna, así que intercambiamos saliva durante un rato, pero no había condiciones para ir mucho más allá.

Las cosas han estado demasiado calmadas, habrá que ver cómo empieza la próxima semana... espero que genere algo interesante.

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