Me niego a dar una cátedra sobre algo que no sé, así que no voy a escribr una profundísima retórica sobre la ópera. Esta tarde fui con Eleanor a ver El Barbero de Sevilla, de Rossini.
Tras una deliciosa comida árabe, tomamos rumbo al centro, para llegar al teatro y llegar a la primera función de ópera a la que cualquiera de nosotros asistía. La pasé muy bien, me reí mucho y disfruté harto tanto la música como el canto.
No puedo decir si las interpretaciones fueron geniales o mediocres, mi oído no tiene tal finesa para diferenciar, pero lo que sí afirmo es que me gustó, sin más adjetivos, suficiente para buscar más funciones.
Tras una deliciosa comida árabe, tomamos rumbo al centro, para llegar al teatro y llegar a la primera función de ópera a la que cualquiera de nosotros asistía. La pasé muy bien, me reí mucho y disfruté harto tanto la música como el canto.
No puedo decir si las interpretaciones fueron geniales o mediocres, mi oído no tiene tal finesa para diferenciar, pero lo que sí afirmo es que me gustó, sin más adjetivos, suficiente para buscar más funciones.
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