De la música del mundo, el tango es, seguramente, la más dura de todas. Chelo, un amigo, me regaló este link de uno de los mejores tangos, cantado por, como bien dice, el más amargo de todos los cantores.
Sísifo es un bebedor comprometido y espera siempre la última cruda (o curda, como se dice en la Argentina), dejando hoy la letra de Cátulo Castillo de esta maravillosa pieza...
La Última Curda
Lastima, bandoneón, mi corazon
tu ronca maldición maleva...
Tu lágrima de ron
me lleva hasta el hondo bajo fondo
donde el barro se subleva.
¡Ya sé, no me digás! ¡Tenés razón!
La vida es una herida absurda,
y es todo tan fugaz que es una curda,
¡nada más!,
mi confesión.
Contame tu condena, decime tu fracaso,
¿no ves la pena que me ha herido?
Y hablame simplemente de aquel amor ausente
tras un retazo del olvido. ¡Ya sé que te lastimo!
¡Ya se que te hago daño llorando mi sermón de vino!
Pero es el viejo amor que tiembla, bandoneón,
y busca en el licor que aturde, la curda que al final
termine la función corriéndole un telón al corazón.
Un poco de recuerdo y sinsabor gotea tu rezongo lerdo.
Marea tu licor y arrea la tropilla de la zurda
al volcar la última curda.
Cerrame el ventanal que quema el sol
su lento caracol de sueño,
¿no ves que vengo de un país
que está de olvido, siempre gris,
tras el alcohol?...
Sísifo es un bebedor comprometido y espera siempre la última cruda (o curda, como se dice en la Argentina), dejando hoy la letra de Cátulo Castillo de esta maravillosa pieza...
La Última Curda
Lastima, bandoneón, mi corazon
tu ronca maldición maleva...
Tu lágrima de ron
me lleva hasta el hondo bajo fondo
donde el barro se subleva.
¡Ya sé, no me digás! ¡Tenés razón!
La vida es una herida absurda,
y es todo tan fugaz que es una curda,
¡nada más!,
mi confesión.
Contame tu condena, decime tu fracaso,
¿no ves la pena que me ha herido?
Y hablame simplemente de aquel amor ausente
tras un retazo del olvido. ¡Ya sé que te lastimo!
¡Ya se que te hago daño llorando mi sermón de vino!
Pero es el viejo amor que tiembla, bandoneón,
y busca en el licor que aturde, la curda que al final
termine la función corriéndole un telón al corazón.
Un poco de recuerdo y sinsabor gotea tu rezongo lerdo.
Marea tu licor y arrea la tropilla de la zurda
al volcar la última curda.
Cerrame el ventanal que quema el sol
su lento caracol de sueño,
¿no ves que vengo de un país
que está de olvido, siempre gris,
tras el alcohol?...
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