Tres noches de borracho me tienen destruído pero, por sorprendente que parezca, Sísifo se siente feliz... aunque sabe que esta sensación terminará menos tarde que temprano, jajaja.
Empezó el viernes, con Ben. Fuimos a tres bares y en el último conocí a una chavita que me latió y me medio lancé. No hubo nada que quiera asentar en este espacio, pero estuvo bien convivir con una mujer que le coquetea francamente a uno. Nunca está mal un halago así. Las chelas llegaron una tras otra y, cuando hubo garantías, llegaron los mojitos... malones, pero cayeron taaaaan bien.
El sábado vino Sandro a casa a ver el futbol, echamos unos vodkas y volví al bar de la noche anterior. Las chelas volvieron a fluir y esta vez no hubo necesidad de cambio, aunque no pararon.
Llegó el domingo y estaba gustoso de no haber pasado mayores broncas con las crudas más allá de problemas para el primer tabaco del día.
Por la tarde volví a ver a Serrat y, aunque estuvo también buenazo, no estaba tan tirado al daño, salvo por la penúltima canción... "aquellas pequeñas cosas [...] que nos hacen que lloremos cuando nadie nos ve". La pasé de maravilla y esta me la debía del miércoles.
Nos topamos a un tío, quien iba acompañado de una amiga suya. ¡Qué gran cuerpo tiene esta mujer! Fuimos a cenar, pero después de la primera chela, lo que comenzó a llegar fueron martinis... ¿qué puedo decir? Comencé hablando de tres días de borracho y así fue. ¿Más detalles? No fui el únido que bebió con hartas ganas, pero seguro sí soy el que más mal está pasando los efectos de las desveladas.
Termino diciendo que qué ganas de que los fines de semana sean siempre así y no tenga que ir a trabajar los lunes... al menos no temprano.
Empezó el viernes, con Ben. Fuimos a tres bares y en el último conocí a una chavita que me latió y me medio lancé. No hubo nada que quiera asentar en este espacio, pero estuvo bien convivir con una mujer que le coquetea francamente a uno. Nunca está mal un halago así. Las chelas llegaron una tras otra y, cuando hubo garantías, llegaron los mojitos... malones, pero cayeron taaaaan bien.
El sábado vino Sandro a casa a ver el futbol, echamos unos vodkas y volví al bar de la noche anterior. Las chelas volvieron a fluir y esta vez no hubo necesidad de cambio, aunque no pararon.
Llegó el domingo y estaba gustoso de no haber pasado mayores broncas con las crudas más allá de problemas para el primer tabaco del día.
Por la tarde volví a ver a Serrat y, aunque estuvo también buenazo, no estaba tan tirado al daño, salvo por la penúltima canción... "aquellas pequeñas cosas [...] que nos hacen que lloremos cuando nadie nos ve". La pasé de maravilla y esta me la debía del miércoles.
Nos topamos a un tío, quien iba acompañado de una amiga suya. ¡Qué gran cuerpo tiene esta mujer! Fuimos a cenar, pero después de la primera chela, lo que comenzó a llegar fueron martinis... ¿qué puedo decir? Comencé hablando de tres días de borracho y así fue. ¿Más detalles? No fui el únido que bebió con hartas ganas, pero seguro sí soy el que más mal está pasando los efectos de las desveladas.
Termino diciendo que qué ganas de que los fines de semana sean siempre así y no tenga que ir a trabajar los lunes... al menos no temprano.
sabes que me gusta de este blog? que dos palabras con las que tengo muuucho que ver, aparecen cientos de veces mencionadas acá: Sisífo y chela yeahhh!