Entre los múltiples golpes que he recibido en las últimas semanas, ayer recibí uno más pero, a diferencia del resto, éste lo disfruté enormemente.
Joan Manuel Serrat, cantautor español, ha estado en mi repertorio musical toda la vida. Crecí escuchándolo y ahora, que estoy más entrado en años, convivo con su música constantemente.
Ayer fui al Palacio de Bellas Artes a su concierto (el primero de tres a los que iré en esta gira a México) y, desde el primer acorde de su solitaria guitarra, comenzó el llanto.
El concierto comenzó con canciones viejas, esas llenas de nostalgia y de amor por su tierra, esas indispensables en su repertorio. Después cantó en catalán, para regresar al castellano con canciones más actuales; cerrando con La Fiesta, Hoy Puede Ser Un Gran Día y, finalmente, con Lucía, que a continuación transcribo -después de leer estas líneas puede entenderse porqué comencé con la reflexión en torno a los golpes...
Vuela esta canción para ti, Lucía,
la más bella historia de amor
que tuve y tendré.
Es una carta de amor que se lleva el viento
pintado en mi voz a ninguna parte
a ningún buzón.
No hay nada más bello que lo que nunca he tenido
ni nada más amado que lo que perdí.
Perdóname si hoy busco en la arena
una luna llena que arañaba el mar.
Si alguna vez fui un ave de paso
lo olvidé pa' anidar en tus brazos.
Si alguna vez fui bello y fui bueno
fue enredado en tu cuello y tus senos.
Si alguna vez fui sabio en amores
lo aprendí de tus labios cantores.
Si alguna vez amé, si algún día después de amar, amé,
fue por tu amor, Lucía... Lucía.
Tus recuerdos son cada día mas dulces,
el olvido sólo se llevó la mitad
y tu sombra aún se acuesta en mi cama
con la oscuridad, entre mi almohada y mi soledad.