Recuerdos cadavéricos

Hace tiempo que no pensaba en las cuatro escenas sobre las que estoy a punto de escribir. Por algún motivo pensé en ellas. Aunque parecen extraídas de películas gore, las vi y ahora, años después, las escribo en orden cronológico.

1. Era, probablemente, 1985 -tengo esa idea por la edad que recuerdo haber tenido entonces- y yo iba en el asiento del copiloto del auto de mi madre con rumbo al sur sobre una avenida grande. Era de noche y había llovido, el tráfico estaba peor de lo normal en esa vía.

Cuando finalmente parecía aclararse el camino, vi una combi sobre las dos ruedas traseras y un bulto enorme entre las delanteras, las cuales no alcanzaban a tocar el piso. Al acercarnos un poco más, vi que el bulto era un cuerpo humano terriblemente obeso. Alcancé a verle la cara y, aunque no recuerdo sus facciones, se veía increíblemente hinchado, como si los ojos estuvieran al borde de explotar.

2. Una tarde salí de la secundaria, por 1993 ó 1994, y fui a casa de un amigo que vivía cerca de ella, en una calle muy pequeña (casi un callejón) y habíamos ido, mi amigo y yo, a comprar algún refresco a la tienda de la esquina (aún no fumaba, de lo contrario diría que serían cigarros).

Notamos un grupo de tres indigentes en una borrachera brutal y los pasamos de largo, pocos pasos después escuchamos un camión repartidor de coca-cola y gritos. Volteé a ver qué pasaba y lo único que recuerdo es ver que uno de los tres se aventó a las llantas del camión (quizá se tropezó) y este le reventó la cabeza.

Mientras la gente se acercaba a ver (nunca faltan los necesitados de hacerlo), seguimos a la tienda para comprar lo que sea que hayamos buscado. A la vuelta, el cadáver quedaba de camino, así que tuve que verlo... no iba a hacerme pendejo y mirar a otro lado.

El cuerpo estaba sobre el asfalto, no se alcanzaba a ver siquiera el cuello. Sobre el pavimento se notaban trocitos de cerebro, un poco rosas pero más bien enrojecidos, supongo por la sangre.

3. En 1996 estaba ya en la Universidad, una amiga me invitó a que la acompañara a un recorrido por la Facultad de Medicina porque ella quería estudiar ahí (nunca pudo entrar y lo último que supe de ella es que terminó como estudiante de veterinaria, jajaja).

Aunque este no involucra un cadáver fresco, es bastante nítido el recuerdo. Íbamos en un grupo de 15 ó 20 personas y después de pasar por el repugnante bioterio y algunos laboratorios, el "guía" nos llevó a una sala grande. A diferencia de lo que imaginaba, el cuerpo estaba descubierto y todas las luces encendidas.

Fue explicando paso a paso la forma en que la mujer había sido disectada y nos explicó que había padecido cáncer, que nunca tuvo hijos, que tenía alrededor de 25 años, que blah, blah, blah mientras tomaba capas de cuerpo y las iba levantando.

Primero la piel que descubría las costillas, luego las costillas que dejaban ver el lugar donde alguna vez estuvieron sus pulmones y corazón, luego el vientre y nos mostró la matriz. Siguió sacando pedazos de lo que parecía una maqueta de tamaño natural. Estaba tan manoseado y trabajado ese cuerpo, que me fue imposible imaginarlo con vida.

4. El último y más reciente evento (sí, aunque suene a avistamiento de ovnis) fue por 1999. Volvíamos en dos autos de un corto viaje en carretera en dos autos. Yo, por supuesto, lidereaba el camino.

En un instante volteé por el retrovisor para ver si el otro auto seguía detrás de mí y en ese momento vi que aquél golpeó a algo. Mis acompañantes se sorprendieron cuando frené y les dije "golpeó a algo". Me bajé del coche y fui a ver si los otros estaban bien.

Absolutamente impávidos, asintieron. El parabrisas estaba estrellado con un cráter cargado del lado izquierdo (en ese momento no reparé en la sangre). Corrí a ver qué era el bulto que yacía en la carretera y era una mujer. Estaba con la cabeza alejada de mí y las piernas formando un 4.

Me acerqué a verla y buscarle pulso. Estaba muerta. Regresé a movilizar a mi compañía, los del otro auto seguían dentro de él y fui a buscar señales para el camino. Mandé a dos mujeres a dar aviso a la caseta de pago y regresé a colocar los triángulos. Incompetentes; nunca lo hicieron y terminé yendo yo a dar aviso y solicitar los servicios de emergencia con las manos manchadas de sangre.



Así, sin más, estos son los cadáveres que recuerdo haber visto. Algunos con más nitidez que otros. No son muchos, lo sé, pero son bastante más de lo que esta sociedad ve y recuerda.

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